La práctica regular de ejercicio está relacionada con una serie de fenómenos de adaptación, físicos, bioquímicos y psicológicos cuyo resultado es frecuentemente una mejoría de la salud.
Es curioso, sin embargo, encontrar en la literatura científica muchos artículos de una mayor incidencia de enfermedades infecciosas en deportistas de élite en fases de carga psíquica y física, por ejemplo, justo antes de importantes competiciones o retos.
Suelen deberse a falta de vitaminas, minerales y oligoelementos y a la interacción de la psique y el sistema inmunológico, ya que la estabilidad psicológica es positiva a nivel inmunológico. Esta interacción ha originado una nueva ciencia llamada PNI (psiconeuroinmunología), con la que muchos fisioterapeutas y osteópatas trabajamos para el correcto funcionamiento del cuerpo humano.
Hoy empezamos por la Glutamina
Ante el ejercicio físico intenso se produce un déficit de glutamina, ya que, en ese momento, ésta debe dirigirse a los músculos. Dejando las otras funciones que tiene la glutamina a un lado, tales como la función defensiva de las vías mucóticas, respiratorias y tracto digestivo.
¿Cómo funciona?
En la mucosa de estas vías se produce, a partir de la glutamina, la Inmunoglobulina A (IgA). Ésta molécula protege las partes más vulnerables del organismo, esto es, las puertas de entrada al mismo, como son ojos, boca, aparato digestivo, aparato respiratorio, vagina, etc. Así que es clave para la función de nuestro sistema inmunológico.
Si la glutamina está ocupada “formando” músculo tras un ejercicio físico intenso no formará IgA, y nuestro sistema inmunológico disminuirá afectando, sobre todo, a las vías respiratorias.
Pero la glutamina también forma la capa epitelial del intestino, que se renueva cada 3 ó 4 días, consumiendo el 40% de la glutamina corporal. Cuando falta la glutamina se atrofia la capa epitelial, no se absorben bien los nutrientes y, además, se puede producir permeabilidad intestinal, cuyas consecuencias desarrollaremos en próximos post.
La glutamina también se transforma en GABA, que tiene efectos calmantes, por lo que un defecto post-competición puede llegar a producir nerviosismo, en vez de sensación de bienestar.
La Glutamina también ayuda a la destrucción del amoniaco, así que un déficit pueda desencadenar dolores de cabeza post competición por ese motivo.
También ayuda a la formación de Glutatión (molécula que capta los radicales libres, producidos en exceso durante el ejercicio), teniendo, pues, una acción antioxidante y antienvejecimiento tremenda. La carencia de glutamina puede entonces favorecer el envejecimiento asociado a la práctica deportiva de alta competición. (Dedicaremos otro post a este tema tan interesante).
La formación de hormonas y síntesis de aminoácidos, así como el mantenimiento del equilibrio ácido-base son otras de las funciones de la glutamina.
Terminamos con nuestro consejo sobre las dosis:
- En época de entrenamiento, vale con una dosis de 40mg/ kg peso corporal, es decir, para un individuo que pesa 70 kg, la dosis será de 40×70=2800 mg.
- En época de máxima exigencia se recomienda tomar hasta una dosis de 10 g, repartida en dos tomas de 5 g, una a la hora de haber entrenado y otra al ir a la cama.